Hidalgos del siglo XXI

La literatura del Siglo de Oro popularizó la figura del hidalgo, una suerte de noble venido a menos empeñado en mantener las apariencias del un pasado familiar  que fue mejor. Una figura que caló hondo hasta convertirse en uno de los fenotipos más característicos de nuestra historia moderna. Hidalgos que, de alguna manera, eran herederos de la decadencia de un Imperio que se venía abajo y que, antes de reconocer su condición y ponerse a trabajar, se mantenían en modo “stand by” aplacando las hambrunas  con agua y  algo de picaresca.

El anunciado fin del estado de bienestar replica en muchos la imagen de esto viejos hidalgos empeñados en no reconocer una realidad que se les viene encima. Nos pese o no, las cosas han cambiado y  mucho. Desde el origen de los tiempos, el estado del bienestar ha existido apenas durante sólo tres décadas, pero parece como si estuviera incorporado en nuestro código genético desde hace siglos.  Pensar así es engañarse.

En el pasado, la peste, las guerras o los desastres naturales ponían el contador a cero y cada cierto tiempo se volvía a empezar de nuevo. Hoy, afortunadamente, el enemigo es sólo la crisis económica, y ésta se puede vencer con esfuerzo, trabajo y, sobre todo, reconociendo que ya nada será igual. Que lo que hace unos pocos años habíamos convertido en derechos hoy son, de nuevo, objetivos a reconquistar.

Si quiere salir adelante, la sociedad española tiene que poner su contador a cero, con humildad pero con ambición. El estado del bienestar tuvo sus efectos perversos, nos hizo demasiado cómodos y castró en muchos cualquier anhelo emprendedor.

Toca empezar de nuevo, olvidando que no hace mucho vivíamos mejor o, al menos, eso creíamos.