El Silencioso

Degenerando, degenerando

El Silencioso | 893 Viernes, 10 de Junio de 2022

Joaquín Miranda, banderillero de Juan Belmonte, tras acabar la Guerra Civil se metió en política y, en poco tiempo, fue nombrado gobernador civil de Huelva. Belmonte acudió con un amigo a un festival benéfico que presidía su antiguo banderillero. Su amigo, extrañado ante el inusitado y rapidísimo ascenso político de Miranda, le preguntó: “Don Juan, ¿es verdad que este señor gobernador ha sido banderillero suyo?”. Belmonte, le contestó con un lacónico “sí”, a lo que su interlocutor insistió: “Don Juan, ¿y cómo se puede llegar de banderillero a gobernador tan rápido?”. Y el genio taurino, con su conocido tartamudeo, respondió: “¿Po…po…po cómo va a ser?. De…de…degenerando, de…de…degenerando”.

Vivimos en un país donde cada día suceden cosas asombrosas, increíbles y muy estúpidas, especialmente en el ámbito de la política. Las sesiones de control del gobierno son una tomadura de pelo supina a los ciudadanos: no se contestan las preguntas, no existe ninguna transparencia y son utilizadas por el gobierno para atacar y ningunear a la oposición y sus representados.

Vivimos en un vodevil permanente donde todo es mentira. El problema es que esta situación altera  la salud democrática y la relativiza. No me imagino a ningún ciudadano que no responda los requerimientos de  la Agencia Tributaria, a ninguna empresa que haga  lo mismo con  un inspector de trabajo.

Todo es un despropósito, pero, por desgracia, estamos curados de espanto. Y esta falta de espanto es el mejor abono para que progrese esta  degeneración política y social  sistemática.

En ese escenario, la decisión personal de Pedro Sánchez de alterar el statu quo de el Sahara, sin consultar ni consensuar nada, incluso con su gobierno, es absolutamente inaceptable, más cuando estamos viendo sus consecuencias para la sociedad y la economía española.  

Pero no pasa nada, somos incapaces de valorar la gravedad de esta y otras iniciativas que desde hace casi cuatro años nos llevan al precipicio. La situación ya no tiene marcha atrás,  nuestro país  está invadido por un cáncer que no tiene cura y que nos afecta a todos. 

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