Frenar el imovilismo
Los nuevos "don tancredos"
A finales del siglo XIX fue muy popular una suerte taurina en la que su ejecutante recibía al toro situado en el centro del ruedo, encima de un pedestal, vestido y pintado de blanco, totalmente inmóvil simulando ser una estatua. El morlaco, en la mayorías de los casos, tras inspeccionar a Don Tancredo -así se llamaba el personaje- ponía su interés en otros menesteres.
La suerte se aplicó pronto a la política y se entendió el tancredismo como sinónimo de inmovilismo, calificando como reaccionarios a sus practicantes. Un calificativo que mantiene su vigencia y que se aplica normalmente a los políticos de la derecha frente al progresismo que se le supone a la izquierda.
El tancredismo también se puede aplicar a directivos, ejecutivos y empresas al referirse a aquellos que frenan o limitan su progreso. Desgraciadamente hay demasiados don tancredos y cada día aparecen más ejecutantes de esta suerte. Recuerdo a un responsable de marketing en una multinacional fabricante de teléfonos móviles que lideró el mercado durante bastantes años. Cuando le decía que había que hacer más cosas, siempre respondía con un no. Su argumento era tan básico como su respuesta: "si hago algo y sale mal, me complico la vida, y si sale bien, nadie me va a felicitar por ello". Evidentemente en unos años salió de la empresa, a la que no aportó ningún valor en casi una década.
La tipología de tancredos es muy variada. Unos los son por pura pereza, otros por incompetencia, y los más por miedo a todo lo nuevo. Así, el director de TIC de una gran empresa, acomodado en el maimframe, siente pánico cuando se le habla de reducir costes apostando por un arquitectura distribuida basada en sistemas abiertos. Lo mismo le paso al programador Cobol cuando llegaron unos pipiolos especializados en Java -aunque en este caso el Cobol les ha dado una segunda oportunidad. Otro tanto ocurre con los directores de marketing de "toda la vida" que se sienten perdidos en el nuevo universo de siglas del eMarketing. En los medios de comunicación la reacción defensiva de sus directivos y redacciones, empeñados en negar la realidad online, sigue teniendo unas consecuencias catastróficas. La medicina no queda ajena, y son muchos los especialistas que miran a otro lado cuando se les habla de genética. El problema, como con los políticos, es que los tancredos son los que normalmente tomas las decisiones.
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