Oficios digitales
Un viejo conocido, profesional de éxito y maestro de la actividad comercial, me contaba que, cuando asistía a una entrevista de selección de personal para su empresa, había un punto en el que perdía la paciencia. Éste era cuando el entrevistado, para empatizar con él, le aseguraba su gran disposición a aprender. “Para aprender –respondía contrariado –está la Universidad. Aquí se viene ya aprendido, se viene a trabajar y, si es posible, a quitarme el puesto”.
Esta realidad, demasiado común, se manifiesta en dos ámbitos: el del conocimiento y el de la experiencia. En el primero tiene mucho que ver un buen enfoque curricular y, por supuesto, un sistema educativo eficiente y exigente. El segundo sólo se resuelve con la práctica. De ahí la fallida oportunidad que representaban los mini jobs como complemento a los contratos en práctica.
Una de las medidas del gobierno para reducir los gastos del
estado en Educación en eliminar títulos que no tengan suficiente demanda. La
decisión no es mala pero mejor sería evitar la proliferación excesiva de
títulos de grado que responden más a un planteamiento comercial que a una
demanda del mercado. Una moda, comprensible en “la privada”, ante la que, inexplicablemente,
también sucumben no pocas Universidades públicas.
En el ámbito de la creación digital estas nuevas
titulaciones suelen tener un planteamiento generalista que toca muchos palos pero ninguno en
profundidad. El resultado es que los nuevos titulados pocas veces tienen
capacidad de resolver, desde el primer día, las demandas específicas de la
empresa. Dar cuatro o cinco años de
contenido teórico –práctico a una titulación para justificar una enseñanza de de
grado no deja de ser, muchas veces, un despropósito. Quizá por ello, la introducción
de las enseñanzas asociadas a los videojuegos en la Formación Profesional es
una buena noticia. Se le da la dimensión, extensión en el tiempo y especialización
que requiere el mercado “sin vender motos” a nadie.
La industria de contenidos digitales reclama creadores pero, sobre todo, especialistas en cada uno de sus ámbitos. Aquí, la actividad de creación es un trabajo en equipo y son muy pocos los que son capaces de intervenir en cada una de las fases de proceso. Hablamos de oficios digitales. Así, para hacer realidad una película de animación necesitaremos un productor, un director, un guionista, un director de fotografía, un técnico de sonido, un dibujante, un experto en modelado 3D, otro en dar texturas a esos volúmenes, otro encargado de animar los personajes, otro de la postproducción… Será más fácil que encuentre trabajo uno de esos especialistas de nicho, que conoce y maneja a fondo unas pocas herramientas, que los flamantes recién titulados con muchos conocimiento teóricos y un manejo limitado de ellas. La elección está en saber mucho d épocas cosas o poco de muchas.
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