El que paga, maltrata
Estrés, ansiedad, insomnio, pérdida de autoestima… son algunos de los desordenes de salud identificados por las empresas de servicios profesionales entre sus empleados, provocados por el “mal trato” de los clientes.
El estudio señala el deterioro progresivo en la relación proveedor/cliente y la indefensión
del primero en situaciones que en una relación laboral convencional serían denunciables.
Según este colectivo, la crisis ha aumentado el nivel e presión del cliente a
límites insoportables. “Se producen situaciones similares al abuso de
autoridad, el maltrato, el acoso sexual o el moobing que no se pueden denunciar
porque no existe una relación laboral directa. El miedo a perder un cliente y,
con él, el empleo somete al proveedor a situaciones cada día más difíciles”.
Las peores situaciones se suelen producir en la prestación
de servicios intangibles, especialmente en la relación con los departamentos de
marketing “se exigen resultados inmediatos e irreales o se plantean acciones condenadas
al fracaso, a las que no se puede decir que no”.
Está claro que siguen vigentes afirmaciones del tipo “el que
paga manda o el cliente siempre tiene la razón” a las que hay que añadir
aquella recomendación de de “no sirvas a quien sirvió ni obedezcas a quien obedeció”.
El problema no
es otro que la ausencia de profesionalidad en este tipo de clientes y la una
cada vez más baja calidad humana.
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